“Nos hiciste, Señor, para
ti, y nuestro corazón
está inquieto hasta que descanse en ti” (Conf. 1,1,1)
está inquieto hasta que descanse en ti” (Conf. 1,1,1)
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Queridos hermanos:
En
la Conversión de nuestro Padre San Agustín, en este primer año de nuestra
aprobación y al mismo tiempo celebrando este año de gracia que nos han regalado
dedicado a la MISERICORDIA, no podía dejar de de compartir con vosotros la
alegría de esta fiesta en la que celebramos ese encuentro profundo de Agustín
con Cristo, lejos del error y dentro de la gracia, para entregarse totalmente
al servicio de Dios y de su Iglesia.
De
esta forma nació la espiritualidad agustiniana que hoy comparten órdenes,
congregaciones y fraternidades, teniéndolo como padre y guía en ese camino
hacia Cristo.
Dios
tuvo a bien, que quienes comenzábamos este camino, providencialmente renováramos
nuestros votos en manos de nuestro querido Obispo y Pastor hace dos años este
día y al mismo tiempo, tres días antes de la canonización de dos grandes
santos, San Juan XXIII y San Juan Pablo II, este último, a quien debemos la
institución de la fiesta dedicada a la Divina Misericordia.
He
querido comenzar esta carta de felicitación con la primera frase con que san
Agustín comienza el libro de sus Confesiones,
“Nos hiciste Señor para ti…”, él había comprendido que nada somos fuera de
Dios y sólo en Él descansamos, vivimos y esperamos. In Deum, hacia Él caminamos
sin descanso y en Él está nuestra única esperanza y las de todos aquellos que
de una forma u otra la han perdido.
Por
todas y cada una de esas personas intercedemos con nuestra vida, servicio y
entrega de cada día, desde el Amor que nos llama a ser Compasivos y
Misericordiosos como el Padre.
En
este deseo de caminar juntos hacia ese Dios que es Señor de nuestra vida, os
pido que seáis como Él os soñó, pues para cada uno de nosotros tiene un
proyecto único y diferente. Él nos ama como somos con un amor incondicional y
nos espera en cada lugar, en cada persona y en cada momento como lo hizo con
san Agustín.
Quiero
terminar esta felicitación dándoos las gracias una vez más por vuestro apoyo y
empeño en seguir caminando juntos en esta aventura de llevar el evangelio desde
el espíritu agustiniano a cada rincón desde el AMOR, MISERICORDIA Y COMPASIÓN.
No nos olvidemos
de rezar los unos por los otros.
Mi
abrazo fraterno y oración siempre,
In Deum
Hna.
Macarena Orozco
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