miércoles, 28 de octubre de 2015

BEGUCHINA EN LAETARE

Hoy hemos tenido una visita especial en Laetare. Beguchina ha sorprendido a los peques con su presencia y sus cuentos.










martes, 27 de octubre de 2015

ESPÍRITU DE ASÍS. ORACIÓN POR LA PAZ

El 27 de octubre de 1986, invitados por el Papa Juan Pablo II, acudieron a Asís los responsables y líderes de las grandes religiones del mundo para participar en una "Jornada de Oración por la Paz". En su discurso de bienvenida el Papa les dijo: "Elegí esta ciudad de Asís como lugar para nuestra Jornada de oración por la paz debido a lo que representa el Santo que aquí se venera, san Francisco, conocido y respetado por infinidad de personas en todo el mundo como un símbolo de paz, de conciliación y de fraternidad". 

Desde entonces se han venido celebrando otras jornadas semejantes en diversas ciudades del mundo conmemorándose aquel encuentro con celebraciones acordes con el "espíritu de Asís", como lo definió Juan Pablo II.


Hoy también se ha celebrado en nuestra ciudad de Huelva, en la que hemos participado con la Asociación Juvenil Sagrada Cena, en la Capilla del Calvario, de hondas raíces franciscanas.


martes, 20 de octubre de 2015

II JORNADA FORMACIÓN CATEQUISTAS ALJARAQUE

Hoy han acabado las Jornadas de Formación a catequistas de Aljaraque.  El tema ha sido "Momentos del Acto catequético", comentado de manera existencial y experiencial. Han quedado muy contentos y agradecidos. 



Han sido unas jornadas necesarias y muy animadas, creando gran expectación e ilusión porque ellos quieren formarse adecuadamente y así poder dar el testigo de la fe a muchos niñas y niños que serán los catequistas de mañana. Con ese deseo nos hemos despedido comprometiéndonos a volver pronto en próximos encuentros de formación.


"SER CATEQUISTA REQUIERE AMOR, AMOR CADA VEZ MÁS FUERTE A CRISTO Y AMOR A SU PUEBLO SANTO Y ESTE AMOR NECESARIAMENTE VIENE DE CRISTO"  Papa Francisco, 27 - 09 - 2013

sábado, 17 de octubre de 2015

VIGILIA DE LA LUZ

El viernes 16 de octubre tuvo lugar en la Parroquia de San Sebastián de nuestra ciudad la VIGILIA DE LA LUZ en la que participamos la Delegación de MISIONES y la Delegación de MIGRACIONES. 

Presidió nuestro Obispo D. José acompañado del Vicario del Testimonio de la Fe y párroco de San Sebastián, D. José Antonio Omist.

La Vigilia comenzó con la Exposición del Santísimo seguida de una Danza oracional-eucarística del nuestro Grupo Musical Juvenil Járis. 



La oración se desarrolló entre cantos, silencios y textos que hicieron unirnos en una plegaria común a las voces de tantos que no tienen voz.

Nuestros peques de Laetare asistieron con gran atención y preguntaron interesados por todo lo que estaban viendo. Una de ellas, de 7 años, al explicarle que Dios estaba presente eucarísticamente, preguntó: "¿Y a Dios quién lo ha creado?" No nos dio tiempo a contestar porque otra niña, que se está preparando a la Primera Comunión, le dijo: "Dios se ha creado solo..."  Ante esa respuesta, solo quedaba sonreír y agradecer al Señor que ha " ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla."
















Fueron momentos en lo que los niños aprendieron a orar, a orar cantando y a orar en silencio. También a orar danzando, no solo por Járis, sino porque en el momento de las ofrendas la Coral Guadalupana nos ofreció sus cantos y danzas de ofertorio. 




















Al final D. José nos agradeció a todos la participación en la Vigilia y una Religiosa destacó la unidad que se había palpado entre diferentes grupos de la Iglesia. Y de eso se trata, crear puentes, ser "una sola alma y un solo corazón hacia Dios". 




miércoles, 14 de octubre de 2015

COMIENZO DE LAETARE Y ECLESIOLA



Hoy, por fin, recomenzamos los Proyectos Laetare (niños) y Eclesiola (madres) en Siloé. Una gran oportunidad para volver a encontrarnos. Este curso, con nuevos colaboradores y participantes. ¡Bienvenida, Ilde!




Como nos encomendó nuestro Obispo en la Misa del 2 de octubre, "Debemos cuidar la fragilidad" y nadie más frágil que un niño. Han llegado con muchas ganas y con muchos besos.


























Las madres, de la mano de nuestra hermana Mariví, empezaron a hacer maravillas con las que nos sorprenderán durante este año. 




Y como sorpresa, hoy hemos tenido visita inisperada. Mª Carmen Gallego, Secretaria de la Vicaría de la celebración de la Fe.




martes, 13 de octubre de 2015

I JORNADA DE FORMACIÓN DE CATEQUISTAS EN LA PARROQUIA DE SAN AGUSTÍN DE ALJARAQUE



En septiembre nuestros hermanos Agustinos de Bellavista nos propusieron organizar unas Jornadas de Formación para las catequistas de su Parroquia San Agustín de Aljaraque.

Nos sorprendió y a la vez nos ilusionó esta petición ya que  la Formación es una de nuestras actividades pastorales, por lo que accedimos gustosamente. 


Hoy ha sido la primera de las Jornadas en la que hemos compartido nuestras experiencias y hemos dialogado sobre la "Espiritualidad del Catequista". 

Sus inquietudes por hacerlo bien y "cum Ecclesia" se fueron sucediendo a lo largo del diálogo, que resultó muy positivo y enriquecedor para todos.


Acudió un gran número de catequistas y participaron en los diálogos con ganas de crecer en su servicio a la Iglesia siendo testigos de la fe, la esperanza y la caridad, ya que el catequista debe configurar su vida y su persona conforme a lo que enseña y transmite de manera que, aunque "maestro de la fe" sea, sobre todo, "testigo de la fe"

"Ojalá que el mundo pueda percibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido la alegría de Cristo".
(Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 80)

Una foto con nuestro hermano Emilio Rodríguez Claudio, OSA.

viernes, 9 de octubre de 2015

MISSIO: EUCARISTÍA DE ENVÍO

El día 8 de octubre asistimos a la Eucaristía de Comienzo de Curso Pastoral de la Diócesis de Huelva presidida por nuestro Obispo y Pastor. 





En su homilía nos animó a vivir con alegría nuestra vida cristiana en este Año de la Misericordia. 




Previamente tuvimos la reunión de profesores de Religión de principio de curso. En ella el Vicario del Testimonio de la Fe y la Delegada de Enseñanza nos animaron a dejar la huella de Cristo en nuestros alumnos.








Nos acompañó también la Delegada de Manos Unidas y compartió con nosotros sus proyectos y esperanzas. 


jueves, 8 de octubre de 2015

EUCARISTÍA EN HONOR A LA VIRGEN DEL ROSARIO

El 7 de octubre celebramos la Eucaristía en honor a la Virgen del Rosario, Titular de la Hermandad de la Cena, en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.



En ella participó el Coro Infantil VIRGEN DEL ROSARIO, el Grupo Infantil LAETARE y el Grupo Musical Juvenil JÁRIS junto a la Coral de la Cena. Casi 50 personas cantando a la Madre de Dios porque, como decía N. P. San Agustín, "el que canta, ora dos veces."

Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado

“Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia”
Queridos hermanos y hermanas En la bula de convocación al Jubileo Extraordinario de la Misericordia recordé que “hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre” (Misericordiae vultus, 3). En efecto, el amor de Dios tiende alcanzar a todos y a cada uno, transformando a aquellos que acojan el abrazo del Padre entre otros brazos que se abren y se estrechan para que quien sea sepa que es amado como hijo y se sienta “en casa” en la única familia humana. De este modo, la premura paterna de Dios es solícita para con todos, como lo hace el pastor con su rebaño, y es particularmente sensible a las necesidades de la oveja herida, cansada o enferma. Jesucristo nos habló así del Padre, para decirnos que él se inclina sobre el hombre llagado por la miseria física o moraly, cuanto más se agravan sus condiciones, tanto más se manifiesta la eficacia de la misericordia divina.
En nuestra época, los flujos migratorios están en continuo aumento en todas las áreas del planeta: refugiados y personas que escapan de su propia patria interpelan a cada uno y a las colectividades, desafiando el modo tradicional de vivir y, a veces, trastornando el horizonte cultural y social con el cual se confrontan. Cada vez con mayor frecuencia, las víctimas de la violencia y de la pobreza, abandonando sus tierras de origen, sufren el ultraje de los traficantes de personas humanas en el viaje hacia el sueño de un futuro mejor. Si después sobreviven a los abusos y a las adversidades, deben hacer cuentas con realidades donde se anidan sospechas y temores. Además, no es raro que se encuentren con falta de normas claras y que se puedan poner en práctica, que regulen la acogida y prevean vías de integración a corto y largo plazo, con atención a los derechos y a los deberes de todos. Más que en tiempos pasados, hoy el Evangelio de la misericordia interpela las conciencias, impide que se habitúen al sufrimiento del otro e indica caminos de respuesta que se fundan en las virtudes teologales de la fe, de la esperanza y de la caridad, desplegándose en las obras de misericordia espirituales y corporales.
Sobre la base de esta constatación, he querido que la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de 2016 sea dedicada al tema: “Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia”. Los flujos migratorios son una realidad estructural y la primera cuestión que se impone es la superación de la fase de emergencia para dar espacio a programas que consideren las causas de las migraciones, de los cambios que se producen y de las consecuencias que imprimen rostros nuevos a las sociedades y a los pueblos. Todos los días, sin embargo, las historias dramáticas de millones de hombres y mujeres interpelan a la Comunidad internacional, ante la aparición de inaceptables crisis humanitarias en muchas zonas del mundo. La indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento, penurias, violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias cuando se pierde aunque sea sólo una vida.
Los emigrantes son nuestros hermanos y hermanas que buscan una vida mejor lejos de la pobreza, del hambre, de la explotación y de la injusta distribución de los recursos del planeta, que deberían ser divididos ecuamente entre todos. ¿No es tal vez el deseo de cada uno de ellos el de mejorar las propias condiciones de vida y el de obtener un honesto y legítimo bienestar para compartir con las personas que aman?
En este momento de la historia de la humanidad, fuertemente marcado por las migraciones, la identidad no es una cuestión de importancia secundaria. Quien emigra, de hecho, es obligado a modificar algunos aspectos que definen a la propia persona e, incluso en contra de su voluntad, obliga al cambio también a quien lo acoge. ¿Cómo vivir estos cambios de manera que no se conviertan en obstáculos para el auténtico desarrollo, sino que sean oportunidades para un auténtico crecimiento humano, social y espiritual, respetando y promoviendo los valores que hacen al hombre cada vez más hombre en la justa relación con Dios, con los otros y con la creación?
En efecto, la presencia de los emigrantes y de los refugiados interpela seriamente a las diversas sociedades que los acogen. Estas deben afrontar los nuevos hechos, que pueden verse como imprevistos si no son adecuadamente motivados, administrados y regulados. ¿Cómo hacer de modo que la integración sea una experiencia enriquecedora para ambos, que abra caminos positivos a las comunidades y prevenga el riesgo de la discriminación, del racismo, del nacionalismo extremo o de la xenofobia?
La revelación bíblica anima a la acogida del extranjero, motivándola con la certeza de que haciendo eso se abren las puertas a Dios, y en el rostro del otro se manifiestan los rasgos de Jesucristo. Muchas instituciones, asociaciones, movimientos, grupos comprometidos, organismos diocesanos, nacionales e internacionales viven el asombro y la alegría de la fiesta del encuentro, del intercambio y de la solidaridad. Ellos han reconocido la voz de Jesucristo: “Mira, que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20). Y, sin embargo, no cesan de multiplicarse los debates sobre las condiciones y los límites que se han de poner a la acogida, no sólo en las políticas de los Estados, sino también en algunas comunidades parroquiales que ven amenazada la tranquilidad tradicional.
Ante estas cuestiones, ¿cómo puede actuar la Iglesia si no inspirándose en el ejemplo y en las palabras de Jesucristo? La respuesta del Evangelio es la misericordia.
En primer lugar, ésta es don de Dios Padre revelado en el Hijo: la misericordia recibida de Dios, en efecto, suscita sentimientos de alegre gratitud por la esperanza que nos ha abierto al misterio de la redención en la sangre de Cristo. Alimenta y robustece, además, la solidaridad hacia el prójimo como exigencia de respuesta al amor gratuito de Dios, “que fue derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo” (Rm 5,5). Así mismo, cada uno de nosotros es responsable de su prójimo: somos custodios de nuestros hermanos y hermanas, donde quiera que vivan. El cuidar las buenas relaciones personales y la capacidad de superar prejuicios y miedos son ingredientes esenciales para cultivar la cultura del encuentro, donde se está dispuesto no sólo a dar, sino también a recibir de los otros. La hospitalidad, de hecho, vive del dar y del recibir.
En esta perspectiva, es importante mirar a los emigrantes no solamente en función de su condición de regularidad o de irregularidad, sino sobre todo como personas que, tuteladas en su dignidad, pueden contribuir al bienestar y al progreso de todos, de modo particular cuando asumen responsablemente los deberes en relación con quien los acoge, respetando con reconocimiento el patrimonio material y espiritual del país que los hospeda, obedeciendo sus leyes y contribuyendo a sus costes. A pesar de todo, no se pueden reducir las migraciones a su dimensión política y normativa, a las implicaciones económicas y a la mera presencia de culturas diferentes en el mismo territorio. Estos aspectos son complementarios a la defensa y a la promoción de la persona humana, a la cultura del encuentro entre pueblos y de la unidad, donde el Evangelio de la misericordia inspira y anima itinerarios que renuevan y transforman a toda la humanidad.
La Iglesia apoya a todos los que se esfuerzan por defender los derechos de todos a vivir con dignidad, sobre todo ejerciendo el derecho a no tener que emigrar para contribuir al desarrollo del país de origen. Este proceso debería incluir, en su primer nivel, la necesidad de ayudar a los países del cual salen los emigrantes y los prófugos. Así se confirma que la solidaridad, la cooperación, la interdependencia internacional y la ecua distribución de los bienes de la tierra son elementos fundamentales para actuar en profundidad y de manera incisiva sobre todo en las áreas de donde parten los flujos migratorios, de tal manera que cesen las necesidades que inducen a las personas, de forma individual o colectiva, a abandonar el propio ambiente natural y cultural. En todo caso, es necesario evitar, posiblemente ya en su origen, la huida de los prófugos y los éxodos provocados por la pobreza, por la violencia y por la persecución.
Sobre esto es indispensable que la opinión pública sea informada de forma correcta, incluso para prevenir miedos injustificados y especulaciones a costa de los migrantes.
Nadie puede fingir de no sentirse interpelado por las nuevas formas de esclavitud gestionada por organizaciones criminales que venden y compran a hombres, mujeres y niños como trabajadores en la construcción, en la agricultura, en la pesca y en otros ámbitos del mercado. Cuántos menores son aún hoy obligados a alistarse en las milicias que los transforman en niños soldados. Cuántas personas son víctimas del tráfico de órganos, de la mendicidad forzada y de la explotación sexual. Los prófugos de nuestro tiempo escapan de estos crímenes aberrantes, que interpelan a la Iglesia y a la comunidad humana, de manera que ellos puedan ver en las manos abiertas de quien los acoge el rostro del Señor “Padre misericordioso y Dios te toda consolación” (2 Co 1,3).
Queridos hermanos y hermanas emigrantes y refugiados. En la raíz del Evangelio de la misericordia el encuentro y la acogida del otro se entrecruzan con el encuentro y la acogida de Dios: Acoger al otro es acoger a Dios en persona. No se dejen robar la esperanza y la alegría de vivir que brotan de la experiencia de la misericordia de Dios, que se manifiesta en las personas que encuentran a lo largo de su camino. Los encomiendo a la Virgen María, Madre de los emigrantes y de los refugiados, y a san José, que vivieron la amargura de la emigración a Egipto. Encomiendo también a su intercesión a quienes dedican energía, tiempo y recursos al cuidado, tanto pastoral como social, de las migraciones. Sobre todo, les imparto de corazón la Bendición Apostólica.
Vaticano, 12 de septiembre de 2015, memoria del Santo Nombre de María
FRANCISCO

lunes, 5 de octubre de 2015

"Nos hiciste, Señor, para Ti..."


En la tarde del 4 de octubre la Comunidad, y todos los que quisieron acompañarnos, celebramos una Eucaristía de acción de gracias por la incorporación de los nuevos miembros. Muy generosamente Don José Antonio Sosa nos cedió la parroquia de San Rafael Arcángel para la celebración. 




El Padre Marcos, nuestro Director Espiritual, presidió la Eucaristía. En ella nos recordó nuestros compromisos. También nos habló de la Misericordia y nos animó a vivir con intensidad un futuro lleno de esperanza. 



Macarena nos ofreció una acción de gracias muy emotiva. Y deseó que nuestra Comunidad crezca "como las aguas cubren el mar". Al acabar compartimos un pequeño refrigerio en el que todos destacamos que, en verdad, Dios ha estado grande con nosotros y, por eso, estamos alegres.





sábado, 3 de octubre de 2015

MES DEL ROSARIO

"El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. Se encuadra bien en el camino espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada de la novedad de los orígenes, y se siente empujado por el Espíritu de Dios a «remar mar adentro» (duc in altum!), para anunciar, más aún, 'proclamar' a Cristo al mundo como Señor y Salvador, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn14, 6), el «fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización».
El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor."

Con estas bellas palabras comienza la Carta Apostólica ROSARIUM VIRGINIS MARIAE del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre el Santo Rosario. Os invitamos a rezarlo contemplando la vida de María, ejemplo siempre para la nuestra. Evangelio, Cristología, Mariología reunidos en una sencilla oración. Y si queréis meditarlo con las enseñanzas de san Agustín, os dejamos este enlace http://www.actiweb.es/agustinosarg/archivo2.pdf.